Publicado en analógico

No todo es tecnología

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Hola de nuevo:

Ya hemos visto en las entradas anteriores (y seguiremos viendo) muchas de las posibilidades que la tecnología nos ofrece a la hora de buscar materiales auténticos con los que trabajar en el aula. Sin embargo, no todo tiene que ser tecnología. Sin entrar en demasiado en debates, mi humilde opinión es que debe existir un equilibrio entre lo digital y lo analógico y que no debemos pasar por alto las posibilidades de los objetos más cotidianos y tradicionales de la enseñanza.

Y así llegamos a los libros. ¿Trabajar con libros innovador? (Sé lo que estáis pensando). Pues sí, la clave muchas veces no es el material, sino cómo utilizarlo.

Hoy me gustaría compartir aquí una actividad que realicé recientemente con un grupo de 30 chicos y chicas de edades diferentes (desde primero de primaria a primero de secundaria) y que dio unos resultados excelentes.

Los objetivos de esta clase eran: despertar la curiosidad por las historias, transmitir el placer de la lectura al alumnado, practicar la escritura, trabajar la imaginación y la creatividad, hacer que los chicos hablaran entre ellos y que se divirtieran. Todos ellos se cumplieron por encima de mis expectativas

Para ello, seleccioné unos quince libros de casa, de distintos niveles, grosores y estilos, intentando que no fueran demasiado famosos para que ellos no los conocieran. Todos eran narrativos (tipo cuentos o novelas). Las tareas que hice fueron:

1. En modo asamblea se enseñan los libros. Solo viendo las portadas y los títulos tienen que intentar adivinar de qué creen que trata cada uno de ellos. (Con esto empezamos a despertar la imaginación y hacemos que se animen a participar, ya que todas las respuestas pueden ser válidas). Opcionalmente, se les puede hacer un breve resumen de la trama de cada uno de ellos o no (dependiendo de cómo guiada queramos que sea la actividad).

2. Se agrupa a los alumnos por parejas/grupos pequeños y a cada uno se le asigna un libro, una hoja de papel y un bolígrafo.

3. Leyendo tan solo la primera y última página del libro, tienen que inventarse qué sucede el resto de la historia. Para ello, tendrán que tener en cuenta los nombres propios que aparezcan, cualquier fecha, ciudad…etc. Cada grupo tendrá que acordar su historia y escribirla en la hoja de papel.

4. Cada grupo sale y cuenta a modo de cuentacuentos (leyendo, teatralizando, bailando…como quieran/queramos) la historia que han inventado al resto de sus compañeros.

5. Finalmente se elige entre todos cuál ha sido la mejor historia y por qué.

Desde mi experiencia, fue precioso ver cómo los chicos se interesaban por los libros con los que habían trabajado, intentaban ver cuánto se parecía la historia que habían creado a la real. Se fijaban en los dibujos de las portadas, en cómo olían…etc. Incluso los que decían que no les gustaba nada leer, no pudieron evitar las carcajadas al encontrarse (¡en un libro, seño, lo pone en un libro!) palabras como «mierda» o «apestar».

Actividades como estas hacen que no solo aprendan cómo escribir una historia o cómo leer en voz alta, sino otras muchas destrezas incluso mucho más importantes. Como hacer que chicos que hasta ese día pensaban que con los libros no nos podíamos divertir, acabaran riéndose a carcajadas.